Ingredientes
1 pollo de corral troceado (2 kg.)
8 dientes de ajo
1 hoja de laurel
300 ml. vino de Jerez o de un vino blanco de mi tierra, Ourense
Hierbas aromáticas: 1 ramita de romero fresco y tomillo (al gusto)
75 ml. de aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta negra recién molida (al gusto de cada casa)
Para decorar le irá bien un poco de perejil o cilantro fresco picado (opcional)
Aprende a preparar el clásico pollo al ajillo, el tradicional de toda la vida de la cocina española. Tanto es así que raro es el bar o restaurante que no cuenta con este plato en su carta, bien como tapa o como sugerencia en la mesa.
El pollo es el ingrediente estrella, aromatizado con hierbas y, cómo no, con ajo. En el blog tenéis un montón de recetas de pollo, soy el fan número uno de este tipo de recetas, la mayoría son muy sencillas y sobre todo baratas. Quizás esta receta con pollo es una de las más visitadas junto con el pollo al horno con patatas
El pollo debe tener un color uniforme, blanco o ligeramente amarillento, sin manchas, lo que será indicativo de una pieza fresca. Se trata de una carne baja en grasa, de gran valor nutricional. Muy fácil de digerir y que además se puede preparar de mil maneras
Y es que esta receta recuerda a infancia, a preparar algo fácil para comer el domingo y que a toda la familia le gustase. Si encima mi abuela Lucrecia nos regalaba un pollo de corral, de esos alimentados como uno más de casa, el resultado era delicioso.
Esa salsita que quedaba de la fritura, con los ajos picados y avenallados, y con un toque de vinagre para el más atrevido hacía las delicias de un buen trozo de pan. Si encima te dejaban meterlo en la sartén directamente, ya era la gloria. Como veis tenemos en esta receta un par de ingredientes muy saludables, os animo a prepararla ya que, además de muy sencilla y rápida, estoy seguro de que os enganchará. Ya me contaréis.
Cómo hacer el pollo al ajillo
Lo primero que hacemos al comprar el pollo es pedirle al carnicero que nos lo trocee. Ya en casa limpiamos bien los trozos de restos de grasa y les retiramos la piel salvo a las alitas. Eliminar la piel es opcional, pero considero que añade al plato un exceso de grasa innecesaria. Salpimentamos los trozos ligeramente.
En una cazuela ancha ponemos a calentar abundante aceite de oliva y echamos los ajos sin pelar. Los cocinamos a fuego medio, estando pendientes de que no se nos quemen. La idea es que queden caramelizados y que sirvan de aromatizante de nuestro aceite. Cuando vemos que están blanditos tras unos 5 minutos, los retiramos y reservamos.
Añadimos los trozos de pollo a la cazuela con el aceite aromatizado de los ajos, junto con la hojita de laurel, la rama de romero y el tomillo.
El pollo debe de quedar bien frito, lo cual nos llevará unos 15 a 20 minutos por lo menos. Tenemos que estar pendientes de darle la vuelva a los trozos de vez en cuando para procurar que quede tostadito por todas partes. No se trata simplemente de dorarlo y sellarlo como cuando lo preparamos para un guiso. Lo que queremos es que el pollo quede perfectamente cocinado y tierno por dentro y tostadito por fuera.
Cuando vemos que nuestra carne está casi lista retiramos el exceso de aceite. Añadimos de nuevo los ajos que tenemos reservados y agregamos el vino. Seguimos cocinando la carne hasta que el vino se haya reducido casi por completo.
Si no tenemos vino de Jerez podemos emplear perfectamente cualquier otro vino blanco de calidad que tengamos por casa. Un Albariño, un Godello… el Jerez le da un toque particular, pero con cualquiera de estos quedará estupendamente. Servimos calentito en la mesa con un poco de perejil picado por encima o cilantro. Sólo nos queda disfrutar de este auténtico “platazo”.
Echad un poco de la salsa que quedará en la cazuela por encima. No os olvidéis de un buen pedazo de pan para degustar esta salsa de pollo, vino y ajo. Delicioso.
Os animo a que lo probéis en casa, una recetaza de mi madre. Podéis ver todas las fotos del paso a paso de este pollo al ajillo en este álbum. Consejos para un pollo al ajillo de rechupete
Si te queda un poco seco, siempre puedes añadir a tu pollo al ajillo en salsa un poquito de caldo de pollo además del vino blanco que lleva la receta. Aunque en este caso os aseguro que si sigues la receta paso a paso te quedará perfecto.
Tal como veis, el pollo va sin piel excepto las alitas. Si os da igual, dejaría un poco más de fritura para que la piel del pollo quede lo más crujiente posible, la grasa que soltará en la salsa también dará mayor sabor.
Hay quien pasa el pollo por harina antes de freírlo para sellar el pollo, pero en mi caso creo que no hace falta, sólo conseguiremos que absorba aún más aceite.
El toque del vinagre, ese punto ácido le va genial pero es opcional. Se añadiría al final de todo, al acabar de guisar el pollo, un chorretín solamente. No me seáis valientes.
La guarnición para acompañar este plato puede ser una simple ensalada mixta. Casi por el tema de equilibrar el plato. Pero el pollo al ajillo pide a gritos unas patatas fritas, patatas panadera o patatas a lo pobre, ¿no creéis? Otras guarniciones sencillas serían unos champiñones guisado con guisantes, arroz blanco o un puré de patatas. Las patatas al microondas que hemos preparado ya varias veces en el blog le van también como anillo al dedo. Una idea de acompañamiento casi sin grasa, una buena opción.
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